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Con más de cinco metros de altura, es imposible que alguien que camine por la avenida El Bosque no se fije en esta escultura. En ella, Mario Irarrázabal, representó su visión del amor teniendo como protagonistas a dos personas que mantienen cierta distancia.

“El Beso” es una de las obras más famosas de Mario Irarrázabal que parte de una reflexión específica e íntima. Esta tiene su origen en una versión más pequeña, una de las esculturas mejor logradas por el artista de esta estilizada pareja.

En ella, cuenta el artista, intentaba pensar el amor como un encuentro donde ambos mantienen su individualidad. El “Escultor Humanista”, como se ha llamado, quería por medio de esta disposición del motivo, figurar una versión más contemporánea del amor, por ello los cuerpos no se tocan excepto en el beso.

Por otro lado, confiesa, esta es una es una pieza que ironiza “El Beso” de Constantin Brancusi, donde los sujetos que se besan abrazados forman un solo bloque.

En esta pieza, Irarrázabal sigue su interés por lo figurativo y, particularmente, por las formas humanas. Lejos de la abstracción y el experimentalismo que, según él, suspende la espiritualidad y las sensaciones, opta por la captura de lo esencial y preciso. De allí que las figuras se encuentren siempre desnudas, para hacerlas más sencillas. Su estilo, algo expresionista místico, se asocia con la formación alemana, tendiente a la búsqueda de los valores humanos y la espiritualidad.

Esta es una es una pieza que ironiza “El Beso” de Constantin Brancusi, donde los sujetos que se besan abrazados forman un solo bloque.

Un beso en el corazón de Providencia

“El Beso”

Autor:Mario Irarrázabal
Material: Bronce
Fecha de inauguración: 2004
Ubicación: Av. El Bosque Norte con Ebro, Las Condes

“El Beso” de Constantin Brancusi

En 1907 Brancusi realiza el Beso, una obra escultórica realizada en bulto redondo a base de formas sencillas. El escultor representa las figuras de un hombre y una mujer fundidos en un profundo beso. Él y ella apenas son discernibles, la figura femenina está diferenciada por el ligero abultamiento de su vientre y el pecho que invade el espacio de la figura masculina. Los dos personajes parecen simétricos, el pelo de ambos se traza con líneas ondulantes, sus ojos son pequeños y ligeramente almendrados y sus labios sobresalen para fundirse como si sólo fueran uno. Los brazos son demasiado largos y delgados y se enroscan en el cuerpo del otro sin poder distinguir con claridad cual pertenece a cada uno de los dos amantes.

Brancusi concibe la escultura como un bloque, de hecho las figuras apenas están perfiladas ni trabajadas. La tosquedad del bloque contrasta con la sencillez de las formas de los personajes vinculándose así a las formas escultóricas más primitivas. La sencillez de la obra tiene así un correlato en el sentimiento de los amantes:

dos personas diferentes que a través de un sencillo acto de amor comienzan a ser una sola, de la misma manera en la que el artista es capaz de plasmar a los dos personajes en un solo bloque de mármol.

De esta manera el artista rechaza las formas realistas y naturalistas que aún inspiraban a escultores como Rodin, en pro de la forma como elemento base de su escultura los parámetros academicistas son rechazados por el escultor rumano para profundizar en las nuevas formas de expresión artísticas vinculadas a las vanguardias de los siglos XIX y XX. El artista ha desechado aquellos elementos que le parecen innecesarios -el detallismo ni siquiera es concebido en la obra de Brancusi- y el concepto de beso en sí es el auténtico protagonista de la obra. Se deja en manos del espectador el hecho de interpretar los sentimientos de los amantes, el artista tan sólo pone de manifiesto la necesidad de plasmar un acto sencillo y puro eliminando cualquier elemento accesorio y marcando así los inicios de la tendencia conceptual o abstracta del arte.