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Rodolfo Opazo Bernales (Santiago, 8 de marzo de 1935-Ibidem., 27 de junio de 2019) fue un destacado pintor, grabador, escultor y profesor universitario chileno.

Hijo de Rodolfo Opazo Tocornal y Paulina Bernales Días del Valle, estudio en los Padres Franceses de la Alameda, aunque tuvo fuerte influencia educacional de sus padres y profesores privados producto de su tartamudez. El artista recuerda que su amor por la música le llegó a través de las artes plásticas gracias a su padre que les mostraba la música, especialmente el Anillo de los Nibelungos de Wagner, por medio de dibujos de Gustave Doré, lo que le causó un gran impresión.

Como pintor, se formó en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile -adonde ingresó en 1953, luego de pasar brevemente por Agronomía- e inició su producción artística en 1957, a los 22 años. Posteriormente entró al Taller 99 a estudiar grabado, aunque, al cabo de un año «partió a Italia a recorrer museos para sumergirse en el lenguaje abstracto, siendo influido hasta hoy por la obra de Modigliani y de sus compatriotas Roberto Matta y Enrique Zañartu». En 1961 obtuvo una beca de la Unión Panamericana, gracias a la cual pudo perfeccionarse en el Pratt Graphic Art Center de Nueva York.

A su regresó a Chile, en 1963, comienza a enseñar en la Escuela de Artes Aplicadas y seis años más tarde es nombrado profesor titular de los talleres de pintura de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, cargo que ejerció hasta 1993. Durante su docencia, influyó en alumnos de los años 1980 como Samy Benmayor, Bororo, Matías Pinto d’Aguiar y Omar Gatica. En 1970 fue nombrado profesor titular de estos talleres e los que incentivó a sus alumnos a reflexionar sobre el efecto de la poesía en la pintura.

Opazo sufrió un accidente vascular en 2008, que lo obligó a jubilarse de la pintura. Tuvo dos matrimonios, el primero, con María Pía Cousiño Noé (hija de Luis Cousiño Mac Iver y de Ada Noé Pizzo), que le dio dos hijos, Rodrigo y Diego Opazo Cousiño; y el segundo con la diseñadora de vestuario María Paz Romero, con la que tuvo dos hijas: Camila e Isidora Opazo Romero.

El artista perteneció a la generación del ‘60, junto a Roser Bru, José Balmes y otros. En sus inicios, su obra se inscribió preferentemente dentro de la tendencia surrealista, en la línea de Roberto Matta, Enrique Zañartu y el hermano mayor de este, Nemesio Antúnez. Pero paulatinamente los rasgos gestuales y su figuración evolucionaron hacia un lenguaje expresionista que se enmarca en la denominada neofiguración.

Portal del Arte subraya que la pintura de Opazo estuvo “siempre muy ligada a su experiencia personal. Por ejemplo, poemas de T. S. Eliot, César Vallejo y Miguel Hernández, y un ensayo de Michel Foucault, transformaron sus obras, las que pasaron de una actitud mística frente al hombre, a una real, de un ser humano sacudido, agredido, convulsionado.

Otra fuente de inspiración fue Vicente Huidobro; después comenzó un alejamiento de la abstracción y, a medida que las formas antropomorfas se acercaban más a la figura humana, en los 70 apareció el blanco en su pintura. En el siguiente decenio se centró en el deporte y la alquimia donde desarrolló una actitud crítica frente a los ídolos que levantaban los medios de comunicación. Ahí aparece el color y deja de lado el blanco. A partir de los 80, donde cabezas derrotadas, rostros desencajados, bocas con la lengua afuera, dedos en los ojos o un puntapié en la cara, hicieron que las figuras blancas por tanto tiempo protagonistas de sus obras, trasmutaran en un hombre despojado de su contingencia. Los años 1990 fueron marcados por el paso «al mundo de Dionisio que inicia con la exposición que llamó La bacanal. En esta, las figuras fueron perdiendo el contorno y la subordinación de la forma al fondo, los cuerpos comienzan a insertarse en la naturaleza y comienza a trabajar la atmósfera y a explorar el paisaje

Las figuras de Rodolfo Opazo tienen un fuerte marco nostálgico, donde se evidencia el paso del tiempo. Se presenta así lo efímero, donde desaparece el rostro y el cuerpo aparece en movimiento. Acá lo conceptual se vincula con lo abstracto para proponer una visión bastante potente en torno a cómo se evidencia la memoria desde la subjetividad.

Rodolfo Opazo fue galardonado con el Premio Nacional de Arte 2001.

La llegada de los dioses-Rodolfo Opazo