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Son 8 metros de alto, por 5,5 metros de ancho y 24 metros de largo formados por gruesos bloques de mármol travertino. Uno sobre otro,  algunos rellenos y otros vacíos, forman una estructura tosca y de tal sencillez, que establecen un diálogo casi perfecto con el paisaje del norte de nuestro país. La obra “Muros de Luz”,  del reconocido escultor chileno José Vicente Gajardo,  está emplazada en la Ruta 5, en el tramo Vallenar-Caldera, a 2 kilómetros de Copiapó.

Se trata de un proyecto con el que el artista se adjudicó en el año 2012 el concurso organizado por la comisión Nemesio Antúnez del Ministerio de Obras Públicas de Chile.

El escultor recurre a la piedra de una cantera en Chiu Chiu para realizar la monumental obra y toma como referencia las construcciones patrimoniales del norte de Chile: pucaras y chullpas de piedra y adobe.

La piedra, que normalmente es pulida para fabricar cerámicas y revestimiento de fachadas, fue ocupada por Gajardo en grandes dimensiones y tallada casi sin intervención humana directa, algo que se aleja de su proceso habitual. Según ha explicado el propio artista, aun cuando en la obra no está la mano del escultor, sí está la idea, la investigación para trabajar los volúmenes de manera que la tecnología usada en se haga evidente.

Por eso, para Gajardo, “Muros de Luz” marca un antes y un después en su trayectoria: se trata de una obra que se construye desde el espacio, en el espacio y para él. El entorno es clave y la piedra local colabora en a ese rol. No por nada el artista intercala bloques sólidos y perforados:  el viento y la luz pueden ser parte de la obra misma en completa armonía.

Oriundo de Tomé, en la VIII Región, y formado en la U. de Concepción, Gajardo se ha caracterizado por trabajar con granito, madera, mármol y basalto, materiales que encuentra en su tierra natal.  Tiene obras en varias ciudades de Chile, como Valdivia, Concepción, Valparaíso y Antofagasta. También ha realizado obras por encargo para Argentina, México, Canadá, Alemania, Francia y Portugal.

“Su trabajo recupera el arte primitivo, se acerca a lo abstracto y al minimalismo con una constante preocupación por la pureza de las formas con impronta arquitectónica: usa la viga, el cubo y los pilares como si estuviese construyendo una casa. El resultado, de hecho, recuerda muchas veces a construcciones indígenas. “Los pucará (edificaciones aborígenes) han sido un referente para mí. No se trata de hacer un rescate antropológico, ni un discurso político. Es cierto que mi obra tiene una base en el pasado, pero su visión es del presente”, ha mencionado en Plataforma Urbana. (Fuente: Fundación Actual)