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El pintor romántico armenio-ruso Ivan Konstantinovich Aivazovsky  (1817 -1900) creó espectaculares paisajes marinos que capturan el brillo y belleza de las aguas turbulentas. Tras culminar sus estudios en la Academia Imperial de las Artes de San Petersburgo, Aivazovski viajó a Europa, y vivió por corto tiempo en Italia a principios de 1840, retornando a Rusia en 1842 donde fue contratado como el pintor principal de la Armada de ese país. Durante su estada en el viejo continente el papa Gregorio XVI le otorgó una medalla de oro y visitó además Suiza, Alemania, Holanda y Gran Bretaña, donde conoció al pintor inglés J. M. W. Turner, también destacado por sus marinas, quien estuvo tan impactado por la pintura de Aivazovski La bahía de Nápoles en una noche a la luz de la luna, que le dedicó una eulogía en italiano.

El artista ganó reconocimiento por su impecable capacidad para recrear la cualidad plástica de los océanos, tema que protagonizó más de la mitad de las 6.000 pinturas que realizó durante su pródiga carrera.

Aivazovsky también jugó con los colores para emular la luz solar que se filtra a través de las olas, lo que se traduce en un toque etéreo que acerca la obra al realismo mágico. La habilidad del pintor para transmitir hábilmente la conexión emocional que provocan las escenas marítimas sigue fascinando a académicos y aficionados al arte por igual.

Retrato de Iván Aivazovski de Alekséi Tyránov (1841)

Los paisajes de Aivazovsky destacan sobre otras marinas por su capacidad para reproducir el movimiento e intensidad del mar, como su translucidez y textura, logrando plasmar tanto pequeñas olas como aguas tumultuosas con igual eficacia.