Skip to main content

Tres piezas escultóricas sonoras de gran formato del artista colombiano, Juan David Holguín y que representan aves típicas de la zona, se acaban de instalar en las laderas de un sendero ancestral en Pukura, localidad situada en la comuna de Panguipulli, casi en la frontera de las regiones de Los Ríos y La Araucanía.

Holguín vive en estas tierras mapuche desde hace tres años, e hizo un acucioso estudio de las aves de esta preciosa comarca para presentar al Ministerio de las Culturas a través del Fondart Regional 2022, escogiendo dar vida a un chercán, un pitío y un chucao que acaban de emplazarse en un bello sendero ancestral de montaña en este enclave que se encuentra en la ribera norte del lago Calafquén.

El sendero, llamado Azkintuwe, fue desarrollado por sus dueños, quienes se esfuerzan por fomentar la conservación y protección de la naturaleza a través de un turismo con carácter cultural y personalizado, como explica Tirza Hueicha Huilipán. Los visitantes llegan a un claro donde se encuentra la casa de los Hueicha Huilipán y el antiguo fogón de su abuela, que conservan tal como lo usara la matriarca, así como una tienda con artesanía local, café, productos naturales y centro de acogida.

En la cumbre, junto a las espectaculares vistas al lago Calafquén y el Pullinque se encuentra una gran y especial piedra, conocida como Wanglenkurra que según la mitología mapuche era una estrella fugaz, que se partió en dos. Se cree que la piedra representa a un “espíritu protector, guardián del lof, o territorio”, y que allí habría nacido el primer joven que organizara la primera ceremonia religiosa de agradecimiento, en Pukura. Aún se llevan a cabo estas ceremonias, con mucho respeto y sacralidad, usualmente a comienzos de año y se les llama Nguillatún.

En la manufactura de las esculturas Holguín combinó la talla en madera, creando los cuerpos de las aves en gruesos troncos de roble y olivo que recolectó y/o le regalaron. 

Las cabezas las realizó en el taller de cerámica de Rag Mapu (también en Pukura), en arcilla pintada, incorporando silbatos en su interior. Esta es una técnica que proviene de los pueblos originarios de las costas de Ecuador y Colombia -Juan es “paisa”, proviene de Medellín-, y cuando una persona, o el viento, sopla en estos silbatos, se puede imitar el sorprendente canto natural de cada una de estas aves. (Fuente Mincap)