
Pedro Lira

Los Salones Oficiales
Las exposiciones anuales o «salones oficiales» comenzaron formalmente en 1887 y estuvieron a cargo de una Comisión de Bellas Artes por más de cuarenta años. Luego, en 1930, fueron organizados por primera vez por el Departamento de Extensión Cultural y Artística de la Universidad de Chile. En 1931, año de la renuncia y exilio del Presidente Carlos Ibáñez y asunción de Juan Esteban Montero, el evento no se realizó, pero se reiniciaron en 1932, bajo la organización de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Chile, que realizó nuevas modificaciones al reglamento.
Las primeras exposiciones realizadas en el marco de «salones oficiales» habían recibido distintos nombres y del mismo modo, sus reglamentos y pautas de selección fueron variando de una realización a otra, no obstante, permitieron la consolidación y expansión de las artes plásticas chilenas.
Hacia 1900 se había fundado el Salón Nacional que, basándose en el reglamento de los citados «Salones Oficiales», inició sus propias pautas de selección de obras y para la entrega de premios. Al mismo tiempo, se crearon otros encuentros de relevancia, como los certámenes Edwards, Blanco, Maturana y otros que entregaban reconocimientos a los artistas de acuerdo a pautas propias.
La Sociedad Nacional de Bellas Artes, a su turno, de 1918 puso en marcha sus certámenes, que se desarrollaron en varias ocasiones en el Museo Nacional de Bellas Artes, el que había sido inaugurado en septiembre de 1910 con una gran exposición internacional.
El periodismo y el arte independiente
El periodismo tuvo también importancia para el desarrollo de exposiciones de arte en Chile. Memoria Chilena releva el papel cumplido por revistas de la época, como Selecta, Pacífico Magazine, Zig-Zag, Artes y Letras y Los Diez, las que a través de sus página difundían y comentaban los logros, aciertos y desaciertos de los artistas nacionales en los respectivos eventos.
La propia crítica artística y la evolución en los criterios estéticos impulsaron un nuevo espacio artístico local, debido a que, en opinión de algunos de los creadores, las normas de los Salones Oficiales estaban muy ancladas a las lógicas del modelo europeo del siglo XIX.
Como reacción, un conjunto de artistas se independizaron, publicando en año de revolución, 1931, un «Manifiesto» con motivo de la realización del primera Salón de los Independientes.
La Asociación publicó el 15 de noviembre de ese año un «Manifiesto» en El Mercurio, el que luego fue reproducido en el libro Salón de los Independientes.
La Asociación, además de señalar su principal objetivo -interpretar la diversidad de la realidad artística chilena- acusó a la Academia de Bellas Artes de no renovarse «porque no ha tenido ojos ni corazón, porque ha encuadrado a sus discípulos en normas añejas rechazando toda idea que se apartara de la rutina que se le imprimió desde que la fundara Cicarelli»
Asimismo, objetó la existencia verdadera de una escuela chilena de arte: «los viejos en las cátedras tratando de imponer su verdad envejecida, borrada, y los jóvenes, queriendo llenar sus almas con la nueva realidad, querían verlo todo y sentirlo todo, para después de haber llegado al total conocimiento buscar su camino».
Algunos integrantes y miembros del directorio fueron: Enrique Mosella (pintor); Romano De-Dominicis (escultor); Luis Enrique Délano (escritor); Raúl Figueroa (dibujante); Remigio Acevedo (músico); Jorge Letelier (pintor); José Perotti (escultor); Abelardo Bustamante (pintor); Lorenzo Domínguez (escultor); Laureano Guevara (pintor); Augusto Eguiluz (pintor); María Aranís (pintora).
Fue la Asociación de Artistas de Chile la que propuso la creación del Departamento de Enseñanza Artística y Difusión Cultural, dependiente del Ministerio de Educación Pública cuyo propósito era apoyar a las escuelas de arte, organizar bibliotecas, estimular las Artes Populares, impulsar la creación de la Orquesta Sinfónica Nacional, Teatro Nacional y una Editorial Nacional de Letras y Música.
En los Salones de los Independientes participaron artistas como: Lorenzo Domínguez; Julio Antonio Vásquez; Samuel Román Rojas; Enrique Mosella; Jorge Madge; Elena Bertrand; Carlos Tornero; Jorge Opazo; Héctor de Aravena; Berta Molinari; Romano De-Dominicis, y María Tupper de Aguirre, entre otros.



José Perotti