
La nueva imagen obtenida por el telescopio espacial James Webb de los Pilares de la Creación (que actualizan la imagen anterior tomada por el Hubble en 1995). NASA, ESA, CSA, STScI; Joseph DePasquale (STScI), Anton M. Koekemoer (STScI), Alyssa Pagan (STScI), CC BY


Destalle del cartel de la película Solaris dirigida por Andréi Tarkovski (1972) y basada en la novela homónima del escritor polaco Stanisław Lem. Author provided
Pero cuidado, la función del arte aquí no es únicamente la de ilustrar los avances de la tecnociencia. El arte tiene su propia autonomía. El arte sabe mirar de otra manera, y sabe pensar sobre lo percibido para crear objetos de pensamiento transversal.

El arte es un activo motor de conocimiento en sí mismo que, cuando establece sinergias con la tecnociencia, opera como una baliza crítica, como un imaginativo colaborador de sus procesos de formalización o como un inquisitivo decodificador de sus muros de precisión. Sea como sea, lo cierto es que nunca hemos necesitado tanto una cómoda y fluida, a la vez que crítica y desprejuiciada, colaboración entre ambos motores. De esta colaboración depende el futuro de nuestra imaginación.
(Por Santiago Morilla, Docente e investigador en la Facultad de Bellas Artes UCM, especializado en las conexiones entre arte contemporáneo, tecnología y naturaleza, Universidad Complutense de Madrid. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.)
(Fotografía pincipal: SMACS 0723: La imagen infrarroja más profunda y nítida jamás tomada del universo primitivo por el Telescopio espacial James Webb. NASA, ESA, CSA, STScI, CC BY)