El siglo XX fue testigo de una relevante producción del “grabado”. Pero no fue sino hasta los 80 -y con mayor fuerza desde los 90- que comenzó una importante revisión e investigación crítica de la disciplina y su relevancia en las confusas disputas sobre los procesos de modernidad cultural en el país.
El gestor de arte e investigador de arte contemporáneo, Samuel Toro Contreras, señaló que “una de las últimas hipótesis de este posible empuje moderno en Chile lo planteó Justo Pastor Mellado en la curaduría que realizó en el Centro Cultural la Moneda (Santiago) denominada “Grabado Hecho en Chile” (entre el 2021 y 2022), donde se plantean tres “momentos bases” de los posibles principios modernizantes, los cuales fueron la Lira Popular (impresos de circulación nacional desde fines del XIX y comienzos del XX); el Taller de xilografía, impartido por Eduardo Vilches (1971) y la obra de Carlos Hermosilla, particularmente las utilizadas para “ilustrar” portadas de libros con sus xilografías entre 1935 y 1939.
En una columna de radio Bio Bio, Toro añade que “Parte de la hipótesis del curador -a través de la línea y la mancha- nos muestra una configuración histórica que se realizó, con fuerza, en talleres gráficos y de grabado en las ciudades de Concepción, Chillán y Temuco, Santiago y Valparaíso. Es en esta última región donde Hermosilla desarrolla gran parte de su producción gráfica, acentuando las prácticas de la xilografía y el linóleo, iniciando a fines del 30 el Taller de Artes Gráficas en la Escuela de Bellas Artes de Viña del Mar. La influencia de escuela que generó Hermosilla, hasta nuestros días, se puede evidenciar en no poca de la producción gráfica de los y las creadoras regionales y nacionales, pero particularmente quienes recibieron, directamente, sus enseñanzas”.
El pasado mes de noviembre de este año, la Colección Eulogio Rojas Durán, en conjunto con la Corporación Cultural de Viña del Mar, realizaron una exposición en homenaje a Hermosilla, en la que se incluyeron parte de los actuales creadores que conocieron y estuvieron en el Taller de Artes Gráficas.
La Colección Eulogio Rojas Durán es una de las más importantes de la obra del artista, después de las colecciones de la Universidad de Playa Ancha y la Municipalidad de Valparaíso. Toro indica que “Uno de sus aciertos en la exposición en la Sala Viña es el relato de la continuidad pedagógica, al exponer una cantidad importante, como mencionaba antes, de grabadores y grabadoras que, de una u otra forma, mantienen la herencia de Hermosilla. En ella la colaboratividad que ejercía el artista se podría reflejar en los intentos de escenas locales de la región de Valparaíso, la cual, sin duda, tiene y mantiene uno de los referentes de relevancia nacional e internacional con respecto al grabado”.
El curador explica que “las propuestas del grabador rescataban un impulso vinculado a los constantes quiebres de la relación popular y obrera en las artes nacionales. Esto se volvió a presentar con fuerza, a mediados del siglo XX, en la contraposición (no formal) de la herencia nacional con las artes oligárquicas, donde lo considerado como manifestación plebeya no podía resistir, cada vez más, los embates de las fuerzas que generaban influencias institucionales, como Juan Francisco Gonzales en Santiago y Carlos Hermosilla en Valparaíso”.
“Lo cierto -dice Toro- es que Hermosilla no encajaba con las aspiraciones de uno u otro grupo, pues su vida y trabajo (a pesar de la inevitable herencia de los desplazamientos modernos europeos en las formalidades de ejecución, como el expresionismo llevado a las “identidades del puerto de Valparaíso obrero) representaban las manchas de las matrices culturales expresadas en herencias más antiguas como los inicios de la prensa obrera y no la capitalización política de las artes de la representación obrera que se daba, principalmente, en los grupos de artistas de clases sociales mencionadas, quizá exceptuando algunos movimientos penquistas de la época”.

Carlos Hermosilla, Colección Eulogio Rojas Durán
Un mayor “parentesco” de la época, añade, “puede verse con Marco Aurelio Bontá, y la Escuela de Artes Aplicadas, pues ambos no disputaban una forzosa inscriptividad como ocurrió (y continúa hoy en día) con otros intentos de escenas vinculadas, convenientemente, a las herencias internacionales que pujaban desde el comunismo en la imaginería nerudiana. Ambos se planteaban de forma frontal con los aspectos de sus referencias locales de realidad obrera”.
“Las técnicas de Hemosilla, con impecable oficio de la gráfica, dibujo, litografía, xilografía, aguafuerte, puntaseca, linóleos y, particularmente, el grabado al que referimos al comienzo de este texto, y que forman parte central de la exposición de la sala Viña y de la colección Elogio Rojas Durán, nos refuerzan, cada vez más, la relevancia e importancia del legado del artista en la construcción de un importante proceso de la historia de Chile en lo que concierne a las artes gráficas vinculadas a una modelización positiva de una realidad no positiva”.
Toro concluye señalando que “La potencia de este intento, marcada por un destacado oficio y transmisión pedagógica, lo insertan en una tradición que es importante rescatar, no solo como dato, documento histórico o apreciación estética, sino como ejemplo y ejercicio de una urgente manera de retomar sinceras potentes maneras y métodos de rescatar y potenciar contemporáneamente las vinculaciones del Otro en tanto conviviente de las desgracias”.

Crédito fotografía: Samuel Toro
Fotografía principal: Carlos Hermosilla, Colección Eulogio Rojas Durán