Exhibiendo obras de artistas llegados de 29 países, el Centro Cultural Borges de Buenos Aires acogió recientemente la quinta versión de la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de Argentina en su tradicional espacio de las Galerías Pacífico, suspendida desde 2020 a raíz de la pandemia.
Entre los creadores participaron once artistas chilenos: Daphne Anastassiou, Gonzalo Romero, Sofía Eckholt, Marilú Ortiz de Rozas, Rodrigo Opazo, Margarita Garcés, Tomás Santelices, Patricia Vallejo, Marcela Yaconi, Guadalupe Zaldívar y Gonzalo Sánchez, este último destacado artista lumínico nacional, que ya había obtenido el segundo lugar en la categoría nuevos medios, en la IV edición de esta Bienal de Arte Contemporáneo de Argentina, efectuada en 2018.
En su versión 2022 , cinco chilenos resultaron favorecidos: en fotografía, Rodrigo Opazo, primer lugar; Marilú Ortiz de Rozas, segundo lugar; y Patricia Vallejo, mención honrosa. En instalación, Gonzalo Sánchez logró el primer lugar, y Margarita Garcés, el tercero.
La directora de la Bienal, la crítica de arte María Elena Benito, destacó que «casi tras dos años de postergación, a raíz de la pandemia, contamos con participantes de una treintena de naciones, aunque algunos no pudieron mandar a sus artistas, como Rusia, y algunas africanas»
Destaco eso sí que la Bienal conto con importantes delegaciones de artistas latinoamericanos «en especial chilenos, mexicanos y uruguayos», añadiendo que «como siempre, tuvimos un importante jurado, que entregó reconocimientos a las obras destacadas”, expresó.
Instalación de Gonzalo Sánchez.
Premios en categoría de instalación
El chileno Gonzalo Sánchez, quien ganó con una instalación que rescata el oficio de los salineros de Cahuil, una localidad de la Región de O’Higgins donde se extrae sal de mar, señaló que “En el caso del primer premio que recibí en la categoría de obras lumínicas e instalaciones, el jurado valoró no solo la estética de la obra y la originalidad en el uso de nuevas tecnologías, sino también el hecho de que al interior de la obra lumínica hubiera utilizado sal de Cahuil, como una forma de relevar un oficio patrimonial chileno que está en extinción. La sal de Cahuil, al ser transparente, dialoga muy bien con la instalación lumínica y pasa a ser parte de la obra».
Palimpsesto
La otra ganadora en la categoría fue Margarita Garcés, quien logró su premio con «Cartografía de mi tierra» (en la foto principal) y «El cubo Ego». Ambas obras son pertenecientes a su serie «Palimpsesto».
«La bienal -dijo- es una muestra de gran calidad y el jurado muy de alto nivel y eso me hace sentir aun mejor con mi premio». Explicó que «Un palimpsesto es un manuscrito en el que se ha borrado, mediante raspado u otro procedimiento, el texto primitivo para volver a escribir un nuevo texto, generando un nuevo resultado».
Así, a través de distintas capas de pintura que se van sumando, tapando y generando un nuevo paisaje, imágenes que se superponen al igual que los mensajes que transmiten, generando un nuevo resultado..
«Cubo ego» de Margarita Garcés
«Tal como esas escrituras que, al sobreponerse las unas sobre las otras, no logran establecer un diálogo. Las personas emiten sus opiniones sin escucharse los unos a los otros y van arrojando sus comentarios sobre los de los otros, sin leer ni ver los de los otros, ni a los otros. Esta sociedad de soliloquios no engendra acuerdos ni consensos y sin ellos no hay forma de vida comunitaria posible», señala la artista.
«Grandes artistas y filósofos como Roberto Matta nos prevenían, a través de su teoría del Cubo Abierto, que un mismo hecho o suceso podía ser mirado de muy diferentes maneras. Lo que invitaba al espectador a desplegar las caras de su cubo, ya que él se imaginaba que estaba adentro de él y extendía todos sus costados, para develar cuántas dimensiones sicológicas paralelas de esa misma realidad surgen cuando el cubo deja de estar cerrado y se abre», dijo.
Se trata de «una iniciativa plástica y existencial que reinterpreto, en mi cubo transparente, y si uno se acerca y mira bien en su interior, descubrirá los mismos elementos que caracterizan esta producción: tramas, redes imaginarias del ser y del planeta, entidades que intentan iluminar la diversidad de miradas de la humanidad».
Rodrigo Opazo
Premios en Fotografía
En la categoría de fotografía resultó premiado Rodrigo Opazo, quien indicó que «representar a Chile en una Bienal Internacional de Arte Contemporáneo tan importante como es la de Argentina es un orgullo. Orgulloso también por haber conseguido el primer lugar con dos fotos de mediano formato pertenecientes a la serie ‘Los paisajes del exceso'».
Explicó que «se trata de un trabajo fotográfico que fue realizado en una fábrica llamada Aza, dedicada al reciclaje de chatarra ferrosa. Me interesan los espacios donde se ve los desechos arrasados por el ser humano».
«Cotocaxi» de Marilú Ortiz de Rozas.
La otra premiada en la categoría fue Marilú Ortiz de Rozas, quien manifestó su sorpresa y honor por el galardón, señalando que «si bien yo he tomado fotos toda mi vida, en lo profesional vengo de las letras, y son mundos muy distintos. Lo que comparten ambos es el anhelo de comunicar, de compartir un momento, una escena, un paisaje o, en este caso, la imagen de una mujer cuya piel cargada de arrugas e historias nos transporta a su vida, allá, en el altiplano ecuatoriano… Me siento muy afortunada de haber conocido a Mama y a su familia, bellísimas personas. Y el premio es un impulso para, primero, rescatar una larga serie que comencé hace más de 25 años, sobre pueblos originarios (en viejas diapositivas) y a seguir adelante con este proyecto que tanta alegría y dolor me ha causado», comenta.
Premio a vínculo con la naturaleza
Patricia Vallejo, por su parte, fue premiada por un trabajo vinculado a la naturaleza, explicando su obra como una «verdadera introspección y conexión con la naturaleza. Al trabajar con una mirada macro, nos adentramos en la inteligencia y la belleza que existe en la naturaleza, de la cual formamos parte».
Patricia Vallejo
El Centro Cultural Borges
El Centro Cultural Borges, en pleno centro de Buenos Aires, ha acogido innumerables eventos artísticos desde su creación en su emplazamiento actual, en 1995, y era administrado por una fundación privada (Fundación para las Artes).
La construcción del emblemático edificio se inició en 1891, y allí se albergó la primera sede del Museo Nacional de Bellas Artes de Argentina, pero en 1908 una parte del edificio se vendió. En 1989 fue declarado Monumento Histórico Nacional y poco después fue entregado en concesión a Galerías Pacífico, que transformó el edificio en centro comercial, albergando en su interior al Centro Cultural que lleva el nombre del famoso escritor trasandino.
En más de 10 mil metros cuadrados, el Centro Cultural Borges congrega cuatro auditorios, salas de exposiciones, área de talleres, espacios para espectáculos, seminarios y conferencias.
Tras llegar a acuerdo con la Fundación para las Artes, el Ministerio de Cultura trasandino comenzó “el proceso de restitución de uno de los espacios emblemáticos del arte y de la cultura en Argentina».
